En la sala mayor del Ateneo de Madrid, esa espléndida cátedra modernista del siglo XIX por la que desfilaron ilustres como Einstein, Teresa de Calcuta y Ortega y Gasset, este martes se homenajeó a un español todoterreno, un diplomático “apasionado y atípico” que, entre sus mil y un desvelos, supo cómo consolar la orfandad política de la Argentina del 2001, por ejemplo.
Militó además por los derechos de la infancia más desprotegida del universo y mejoró la vida de cientos de personas que padecen esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en España.
Fue Carmelo Angulo y murió de cáncer, a los 75 años, el último día de noviembre del año pasado.
Por eso, sus amigos -infinitos-, familiares y colaboradores quisieron recordarlo en el Ateneo de Madrid, la institución cultural privada donde Carmelo presidía la Sección Iberoamericana.
“Todo era pasión en él. Todo era proyectos”, lo definió Luis Arroyo, presidente del Ateneo.
Cuando la noticia de su muerte recorrió, como él hizo en vida, el mundo, su familia recibió una carta de condolencias manuscrita y firmada por “Bergoglio”.
El actual papa Francisco conoció a Carmelo Angulo en Buenos Aires a principios del siglo XXI en aquellos días en los que la Argentina se incendiaba.
El cardenal Bergoglio era el arzobispo de Buenos Aires y Angulo había aterrizado en esa tierra devorada por la crisis de 2001 como representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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Aún hoy hay quien recuerda que el día en el que Carmelo Angulo se presentó en la Curia porteña, fue el mismo Bergoglio quien le abrió el portón para que entrara el auto. “Si los cardenales no estamos para abrir puertas, ¿para qué estamos?”, dicen que le respondió el actual Papa a un Angulo sorprendido.
Su genética de diplomático lo impulsó a proponer una mesa de conversaciones para regenerar el tejido social destrozado por el corralito y los cinco presidentes en once días que gobernaron por entonces la Argentina.
Angulo fogoneó y coordinó, junto con miembros de la Iglesia, lo que se conoce como el Diálogo Argentino.
"Intenso y gratificante"
“Fue lo más intenso y gratificante que hice en mi vida de la diplomacia internacional: el mero hecho de sentar a tanta gente y llegar a acuerdos, aunque algunos luego no pudieron hacerse efectivos. Me siento argentino en el fondo, estuve siete años allí y aquello forma parte de mi vida”, recordó el diplomático español a la agencia Télam en enero de 2022, cuando se cumplieron 20 años de la creación de aquel espacio de reflexión transversal.
El martes, y ante la sala mayor del Ateneo de Madrid completa, algunos integrantes de aquel Diálogo Argentino enviaron un video para sumarse al homenaje.
Lo hicieron desde el porteño monasterio de Santa Catalina, donde hace dos décadas se lanzó ese espacio de reflexión y debate.
“Agradecemos el empeño humanista y la entrega solidaria del querido Carmelo Angulo, que tanto contribuyó a afrontar aquellos momentos difíciles, dramáticos de principios de este siglo”, destacó el video en el que participaron el obispo emérito de San Isidro, Jorge Casaretto, y el ex vocero del ex presidente Raúl Alfonsín y ex vocero de Diálogo Argentino, José Ignacio López.
“Cómo no agradecerle para siempre aquella empeñosa búsqueda del bien común, aquella construcción precaria e incipiente de un espacio que nos rescató de la disgregación y pudo sostener las instituciones aún hoy en crisis”, agregó el video del que también fueron parte la ex coordinadora de la mesa de diálogo, Cristina Calvo, la socióloga Liliana de Riz, la autora María Carbó, la abogada Marta Oyhanarte, el ex embajador Carlos Sersale di Cerisano y el diplomático Vicente Espeche Gil.
Embajador
La iniciativa de Carmelo Angulo lo convirtió en embajador de España en Argentina durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Lo fue también en Bolivia, en Colombia y en México.
Estaba previsto que el homenaje en el Ateneo de Madrid contara con la presencia de José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España. Pero una sesión agitada en el Congreso se lo impidió.
Envió, sin embargo, un mensaje grabado: “Nuestra cooperación y la imagen exterior de nuestro país le deben mucho a Carmelo Angulo”, destacó el ministro.
Angulo fue también director del Instituto para la Cooperación y el Desarrollo Humano de la Universidad Camilo José Cela y coordinador del Plan Nacional de Empresas y Derechos Humanos en la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Entre 2014 y 2018 ocupó el cargo de presidente del comité español de UNICEF.
“Carmelo movilizó a la sociedad española. Consiguió liderar el movimiento de solidaridad hacia los niños, las niñas, los jóvenes de España y del mundo. Fue capaz de llevar a territorios muy necesitados el capital de la solidaridad española”, dijo durante el homenaje Gustavo Suárez Pertierra, actual presidente de UNICEF en España.
“Estoy preparado”, le dijo días antes de morir a María José Arregui, presidenta de la Fundación Luzón, que lucha contra el ELA.
Arregui compartió con los presentes que el papá de Carmelo era escribano y que, de chiquito, solía acompañar a su padre cuando le tocaba registrar testamentos que personas que estaban a punto de morir.
“Me contaba que haber sido testigo de esas situaciones le había ensañado mucho de la vida”, dijo la presidenta de la fundación.
“Carmelo abrazó y vibró con nuestra causa -agregó-. Damos gracias por haberlo tenido a nuestro lado y de nuestro lado.”
El recuerdo de Rosa Montero
La escritora y periodista Rosa Montero conoció a Angulo cuando tenía poco más de veinte años. Y quiso subirse al escenario para recordarlo.
“No podía pasar por la vida sin implicarse”, dijo la escritora.
“Si hay una palabra que lo define creo que es elegante, y no hablo de la elegancia física”, aclaró. “La elegancia interior que es la armonía, saber navegar el mar de la vida en todos los climas, desde las tormentas eléctricas a la calma chicha”, agregó Montero.
“Sólo quiero decir una cosa más: es un dolor perder a alguien así. Pero vivió la vida con una intensidad absoluta y con disfrute", señaló.
"Se ha muerto, como decía Rilke, de su propia muerte. En plenitud. Eso es maravilloso. Y es un hombre cuya vida ha mejorado el mundo", remarcó la escritora.
“Mi papá me preparó para un mundo donde el cambio parece ser la única constante. Heredé la sensibilidad estética de él, sus manos bailarinas. Por suerte no heredé su nariz”, sumó Mara, una de sus cuatro hijos, presentes en el homenaje.
El martes por la noche, en el Ateneo de Madrid, más de uno lloró. Y cuando se apagaron las luces del escenario, a todo volumen sonó Citizen of the Planet (Ciudadano del mundo), la canción de Simon and Garfunkel que Carmelo Angulo amaba.
Madrid, corresponsal
CB
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