El sol aún no terminó de despedirse y el atardecer comienza a vislumbrarse lentamente sobre el horizonte provocando un espectáculo en sí mismo. No será el primero ni el más sorprendente que se verá durante el vuelo. Por las ventanas del avión entra una luz rojiza que tiñe el microclima y provoca una imagen común de la época: los pasajeros acercándose a sacar fotos para retratar la belleza desde el cielo. Minutos más tarde habla el capitán y da la bienvenida a bordo.
Se trata, nada más y nada menos, de la voz del piloto, médico y cineasta argentino Enrique Piñeyro, que organizó un viaje en su avión Solidaire, para sobrevolar durante cinco horas algo de lo que pocas veces se habla y de lo que tampoco se hace cargo nadie: la pesca no reglamentada en el Mar Argentino. O dicho de otra forma: el robo a mar abierto de los recursos naturales argentinos.
El asunto, además de complejo, encierra otras problemáticas. Argentina tiene una ubicación geopolítica estratégica pero la realidad es que el Atlántico Sur, reviste algunas dificultades que son muy visibles. Países provenientes del continente asiático, China en su gran mayoría, vienen a pescar nuestra fauna. Esa no es la novedad. Lo que sucede -y ahí nace la denuncia- es que exceden el límite territorial.
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