Se distendió un buen rato y, de pronto, vio que su celular no tenía señal. Preguntó qué pasaba y le contestaron que no funcionaba Internet. Javier Milei se puso de malhumor. Debe haber extrañado el ARG-01, el avión que compró la administración de Alberto Fernández, que se encuentra en reparación en Miami desde octubre.
El jueves a la tarde, el Presidente estaba a 40.000 pies de altura, a bordo de un Dassault Falcon 900 que viajaba rumbo a Roma sin contacto con Buenos Aires. Aunque él no lo sabía, pero podía intuirlo, sus asesores no paraban de enviarle mensajes. Victoria Villarruel no se había dado por enterada de que estaba a cargo del Ejecutivo y presidía la sesión para suspender o destituir a Edgardo Kueider, el senador peronista aliado del Gobierno que fue detenido en Paraguay porque llevaba en su auto 200 mil dólares sin declarar. Ya se especulaba con que la sesión podía ser nula. ¿Qué hacemos?, se preguntaban en la Casa Rosada. Insistieron con los mensajes, pero durante varias horas el celular de Milei continuó inactivo. Hubo preocupación en la cima del poder. Parálisis. Silencio.
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