Un episodio de escala menor, centrifugado por la vorágine de la política argentina, pareció descubrir una cara que Javier Milei se esfuerza siempre por ocultar. El león libertario ruge mientras le conviene. “La casta” representa, en ese sentido, una presa fácil. Pero el líder abre los ojos no bien presume que su reinado puede correr riesgo o tener una compañía incómoda.
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El pragmatismo presidencial quedó reflejado en una fotografía alucinante. Karina Milei, la hermanísima y secretaria general, apareció haciendo migas en Asunción con Claudio “Chiqui” Tapìa, titular de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Estuvo acompañada por Manuel Adorni, el portavoz que hizo la declaración de guerra con la idea de las Sociedades Anónimas para los clubes e impugnó la reelección anticipada de Tapia. La excusa fue una cita de la Conmebol para comunicar que la Selección nacional jugará en nuestro país su primer partido del Mundial del 2030, cuando se celebre el centenario de la competencia internacional.
Karina habló poquito en la ceremonia. Casi monosílabos. Brindó y se dio un beso con “Chiqui”. Recibió de regalo una camiseta de la Selección con su nombre inscripto. Señas inconfundibles de la existencia de una tregua. Karina jamás hubiera estado en aquel escenario sin esa condición. El interrogante sería descubrir cómo se llegó a esa situación después de la ofensiva contra la AFA que Milei compartió con Mauricio Macri.
Esa estrategia oficial fue rápidamente dañada por resultados adversos. La Justicia revalidó el Estatuto de la AFA que no da espacio a las Sociedades Anónimas. Un fallo de Cámara convalidó la reelección de Tapia y el traslado de la jurisdicción de la entidad a Buenos Aires. Lejos de la calle Viamonte, en CABA. La FIFA también brindó su espaldarazo al yerno de Hugo Moyano.
Milei advirtió que estaba obligado a rebobinar por tres motivos. La adversidad, el riesgo de quedar enfrentado a una organización apuntalada por la Selección de Lionel Messi y la posibilidad que su gobierno fuera marginado de la celebración en Paraguay. No se conoce con precisión si fue el joven Santiago Caputo o el secretario de Justicia, discípulo suyo, Sebastián Amerio, quienes tomaron contacto con Tapia para una conversación.
¿Qué pudo haber habido sobre la mesa? .Algunas cosas. Que no se altere por ahora el régimen especial tributario de los clubes puesto bajo la lupa por la voracidad recaudatoria libertaria. Tampoco se continuaría indagando cuentas de la AFA en el exterior en las que se habrían detectado gruesas anomalías. ¿Hasta esos rincones llegó el secretario de Inteligencia del Estado (SIDE) que conduce Sergio Neiffert, delegado de Caputo juniors? Suficiente para la reposición de la paz circunstancial entre los bandos beligerantes.
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