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      Gozos y sombras de Milei; Kicillof, ¿autónomo?; Villarruel, bajo fuego; secretos entre Santi y Chiqui

      • Cristina quiere ya polarizar con Milei y el Presidente está muy contento de jugar con ese frontón.
      • Kicillof quiere hacer valer su posición estratégica. Cristina es una experta para psicopatearlo.
      • Se ha dicho que Victoria Villarruel es la peor vicepresidente de la historia.

      Javier Milei, Argentina's president, right, and Victoria Villaruel, Argentina's vice president, attend an inauguration ceremony at the National Congress in Buenos Aires, Argentina, on Sunday, Dec. 10, 2023. Milei took office as Argentina's president Sunday, promising to eradicate inflation and rescue the nation's troubled economy with a shock-therapy program based on drastic cuts to public spending. Photographer: Sarah Pabst/Bloomberg

      La voz de Ricardo Kirschbaum

      Está viviendo sus horas más felices desde que llegó a la Casa Rosada. Inflación a la baja, recuperación leve de reservas, súper peso, riesgo país en el punto más bajo del último lustro, situación fiscal consistente. Nada mal. Quien venía a pintar de verde dólar el país ahora refuerza el peso, que se convertirá en un problema si el candidato favorito de Milei para la Casa Blanca, Donald Trump, instala el súper dólar como dice. Habrá que ver, entonces, lo que pasa, pero en estos días de veranito el Gobierno quiere retozar al sol. En las sombras, sigue emboscado el peligro de una economía a la que le falta todavía mucho para pensar que el equilibrio y el crecimiento están a la vuelta de la esquina.

      Javier Milei ha conseguido amarrarse al poder en base a la caída de la inflación, el cepo y el dólar últimamente tranquilizado, y el blindaje a sus vetos. La política tan denostada por prejuicio e ignorancia fue, al final, la llave de una mejor gobernabilidad. Primero a los ponchazos, luego de manera más racional, Milei logró un núcleo de apoyo que lo salva, por ahora, de las embestidas del Congreso. Pasó con las jubilaciones y las universidades. Se preparan para la batalla por los límites a los DNU, herramienta crucial de un Gobierno que no puede prescindir de ese atajo. Los números no están claros porque parte del PRO ha estado envuelto en ese proyecto restrictivo: claro que gobernaba Alberto Fernández, las necesidades eran otras. Patricia Bullrich puso su firma en aquel proyecto. No parece que eso sea un obstáculo para quien ha definido su conducta política de acuerdo a la oportunidad y al clima de época.

      En cada una de estas votaciones cruciales el Gobierno pone en juego todo. Un rechazo al veto presidencial, dicen, pondría otra vez al Gobierno en riesgo, un apriete a sus aliados potenciales para que no lo dejen solo. Hasta ahora lo ha conseguido con el auxilio de Macri y de gobernadores, incluidos peronistas como Jaldo, Jalil, Passalacqua y Gustavo Sáenz, y un puñadito de radicales.

      Estas negociaciones mostraron un Milei más flexible, la mano de Francos y la “convivencia pacífica” del jefe de Gabinete con Santiago Caputo, el poder detrás del trono. Dicho sea de paso, Franco cuida sus espaldas. Sabe que Bullrich trabaja mucho en Seguridad, pero que su libido está puesta en el cargo del jefe de Gabinete.

      En este escenario algo más firme, Milei carga contra Miguel Pichetto porque encabeza un bloque que crecerá con el acercamiento de los radicales de Lousteau y de Manes, pero sobre todo porque está convencido de que el ex senador es un referente en el Congreso a tener en cuenta en caso de una crisis. Curiosidad o no tanto: Pichetto pasó de estar cerca de ser el canciller de Milei a convertirse en su enemigo público.

      Hay que tener en cuenta una realidad fácilmente comprobable: el oficialismo pasó de contar con número en el Congreso para aprobar leyes, mediante alianzas a varias puntas, a conformarse con resistir con un sector que ataja penales. Ese núcleo no es una coalición estable, que le daría a Milei más confiabilidad.

      Otra observación: la construcción de un nuevo relato que en las redes se va consolidando no puede ser contradicho por los medios que aportan, con más rigor e independencia, datos e investigaciones que ponen en tela de juicio los puntos de vista que los libertarios quieren imponer. De allí que el Presidente diga que el 85 por ciento de los medios mienten, música vieja ya interpretada hasta el hartazgo y sin éxito por el kirchnerismo, y se intente otra vez destruir su credibilidad, así como la de los periodistas que los integran. Otro clásico populista.

      La mejoría de la macroeconomía no alcanzan a mitigar las penurias de las urgencias cotidianas, pero consigue sostener todavía cierta esperanza de que esta vez será posible torcer la incesante declinación argentina. La aceptación y el rechazo a la gestión de Milei están mano a mano después de un tiempo en que su imagen había caído claramente.

      En estos días de gozo reverdecieron rencores: se ha dicho que Victoria Villarruel es la peor vicepresidente de la historia y quienes conocen la cartografía del poder aseguran que es lo que opina la archienemiga de la vicepresidente, la poderosa Karina Milei. La foto con Isabel Perón ha sido una provocación a la Casa Rosada. ¿Sólo es eso? Si Villarruel, dado el caso, creyera que un sector importante del peronismo puede entusiasmarse con ese gesto, pareciera estar desubicada en la historia. Milei la acusó de haber reivindicado a Isabel, responsable, según él, de la firma en 1975 del decreto de aniquilamiento de la guerrilla y de la creación de la banda paramilitar Triple A, que asesinó con impunidad. Ese relato no tiene rigor histórico. Aquel decreto fue refrendado por Ítalo Luder, presidente provisional porque Isabel se había tomado una licencia en Ascochinga con las esposas de los comandantes que luego, en marzo de 1976, la derrocarían. En segundo lugar, la Triple A habría nacido luego del ataque terrorista a la guarnición de Azul, con Perón en vida. Es cierto, también, que José López Rega, mano derecha de Perón y de Isabel, estuvo en la génesis de esa banda. Lopecito, como lo llamaba Perón, tenía una influencia decisiva: era un siniestro proto Mago del Kremlin, como se los llama ahora, hasta que los gremios se plantaron y lo hicieron volar, en pleno Rodrigazo.

      Volvamos a esta realidad: el choque con Villarruel es otro dato del que los potenciales inversores toman nota para esperar que las elecciones legislativas del año próximo aclaren mejor las cosas.

      Cristina Kirchner quiere ya polarizar con Milei y el Presidente está muy contento de jugar con ese frontón. La ex presidente tiene el desafío de un gobernador, Ricardo Quintela, con su provincia en default, que emitió bonos provinciales y un escaso volumen político nacional. Que se anime a desafiarla es ya una medida de cierto hartazgo al sometimiento a Cristina. El kirchnerismo dice, con malicia y dosis de verdad, que Quintela está en la escudería de Axel Kicillof, el gobernador de Buenos Aires que intenta autonomizarse de la tutela de la ex presidente.

      Kicillof quiere hacer valer su posición estratégica. Debe tomar decisiones serias. Primero y principal, romper el capitis deminutio con Cristina, quien es una experta para psicopatearlo (“Nene, ¿qué tenés para decirme?”). Segundo, tener una estrategia electoral clara: si habrá boleta única, si se desdoblarán las elecciones, si se votará con dos urnas el mismo día. Interrogantes que se le plantearon en un largo almuerzo con Sergio Massa, y que está urgido en responder. Tercero, adquirir volumen político propio.

      La interna peronista por la presidencia del PJ no despierta entusiasmo y demanda un despliegue territorial y un gasto enorme. Se hará, si se hace, días después del fallo que puede confirmar la condena a Cristina por Vialidad. Si la ex presidente piensa ser la primera candidata a diputada por la Provincia, estará expectante de la Corte porque un fallo contrario la inhabilitará de por vida a ejercer cargos públicos. La batalla bonaerense será crucial para su futuro, si no también para el de Kicillof y, por supuesto, el de Milei.

      Otro conflicto de alta intensidad por su impacto popular y político, el del fútbol, provocó una reunión secreta entre Chiqui Tapia, el mandamás de la AFA, con Santiago Caputo y Guillermo Garat, responsable de la publicidad de YPF, principal sponsor de la Selección Argentina. Caputo y Garat integran, con Rodrigo Lugones, la misma consultora. Ahora tratan de desenredar una cuestión delicada porque Milei le ha declarado la guerra abierta a la AFA. Quizá después de este diálogo, las velas, de ambos lados, sean arriadas lo más discretamente posible.


      Sobre la firma

      Ricardo Kirschbaum
      Ricardo Kirschbaum

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