Vida de Papa
Diez momentos del pontificado de Francisco
Alejandra Pataro
Alejandra Pataro
El 13 de marzo de 2013, en el segundo día de cónclave, la tercera fumata de la chimenea del Vaticano fue blanca. Los cardenales encerrados en la Capilla Sixtina informaron así que habían llegado a una decisión. Poco después, bajo el cielo nocturno de Roma, ante una plaza de San Pedro donde no cabía literalmente ni un alfiler, los fieles –armados con cámaras (aún no había llegado el EN VIVO con los móviles)- escucharon desde el balcón de la Basílica al anciano cardenal francés Jean-Lous Tauran pronunciar: “Anuntio vobis gaudium, habemus Papam" (Les anuncio una gran alegría, tenemos Papa). La plaza estalló. Lo que siguió fue la sorpresa que hizo saltar a los argentinos. El nuevo pontífice era Jorge Mario Bergoglio. En Buenos Aires, el reloj marcaba las 16.12.
Diez minutos después del anuncio del cardenal Tauran, Jorge Bergoglio salió al balcón como Francisco e impartió su primera bendición "urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo) vestido con la sotana blanca papal. Rezó el Padre Nuestro y pidió que la virgen María acompañe al entonces pontífice renunciante Benedicto XVI. Antes, tras su elección, Bergoglio tuvo que aceptar el cargo para que saliera la célebre fumata blanca. Fue llevado a la Sala de las Lágrimas y vestido con uno de los tres trajes (de diferentes talles) que esperaban al nuevo santo padre. Francesco se había convertido no sólo en el primer papa argentino y latinoamericano sino también el primer jesuita. Bergoglio fue una sorpresa ya que su nombre no figuraba entre los favoritos del cónclave.
La agenda internacional del Papa se abrió el 8 de julio de 2013, cuando Francisco llegó a la isla de Lampedusa en su primer viaje apostólico. El mar estaba en calma, cuando una lancha patrullera de la guardia costera griega se acercó a tierra con el Santo Padre a bordo. Decenas de embarcaciones acompañaron. El nuevo Papa visitó la llamada “Puerta de Europa”, escala de por entonces una masiva ola migratoria proveniente de África. En su homilía pidió despertar" las conciencias sobre los peligrosos viajes de los migrantes", que el pontífice comparó con "una espina en el corazón que trae sufrimiento". Habló de la "globalización de la indiferencia" que lo llevaría, a lo largo de los años, a denunciar en numerosas ocasiones el desapego hacia el prójimo y a condenar la cultura del descarte.
El primer viaje del papa Francisco al otro lado del océano, y cerca de su tierra natal, fue a Río de Janeiro, entre el 22 y 29 de julio de 2013, apenas unos meses después de su elección como Pontífice. Durante este viaje a Brasil, participó de la Jornada Mundial de la Juventud. Fue recibido con entusiasmo por los brasileños y los participantes. Visitó la favela de Varginha, donde habló sobre la importancia de enfrentar la pobreza y la marginalización social. Su estilo cercano y accesible resonó fuertemente, atrayendo a multitudes que querían ver y escuchar al nuevo Papa. Esta visita subrayó su compromiso con los pobres y marginados, un tema recurrente en su papado.
Durante su primera conferencia de prensa en un avión como Papa, algo que con los años se repitió sin excepción, generando en ocasiones primicias y títulos para los medios, Francisco recibió preguntas sobre un sacerdote supuestamente homosexual. Respondió: “¿Quién soy yo para juzgar?”. Ese comentario marcó un tono más conciliador y hospitalario para los católicos LGTBQ, que se sentían marginados por la Iglesia desde hacía mucho. Más adelante, Francisco expresó apoyo a las uniones civiles entre personas del mismo sexo, y criticó las leyes que criminalizan la homosexualidad. Sin embargo, la Iglesia Católica no permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y no lo hará.
Otro hito en el papado de Jorge Bergoglio fue el 13 de febrero de 2016 cuando se convirtió en el primer Papa en reunirse con el líder de la Iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Cirilo o Kirill, mentor espiritual del presidente ruso Vladimir Putin. “Somos hermanos”, dijo Francisco en aquella reunión histórica en La Habana, Cuba. Esa cumbre no volvería a repetirse como se había esperado, tras la invasión rusa de Ucrania en 2022. Uno de los mayores objetivos de Bergoglio fue llevar la paz a Ucrania. Denunció sin descanso el flagelo de la venta de armas. Y denunció hasta el hartazgo que la Tercera Guerra Mundial había comenzado en pedazos. Cirilo, por su parte, abrazó las causas del Kremlin y hasta llegó a decir que las armas nucleares rusas deberían ser bendecidas.
Una de las postales más impresionantes del papado de Francisco fue su rezo en una plaza de San Pedro que la pandemia de Covid había obligado a vaciar. Nunca antes había ocurrido algo así en la historia de la Iglesia Católica. Aquel maravilloso espacio circular había amanecido el 27 de marzo de 2020 sin un alma. A las 6 de la tarde, Francisco surgió entre la soledad, subió al escenario e impartió la bendición ‘Urbi et Orbi’, que es normalmente dada solo en Navidad y Pascua. Por entonces, la pandemia hacía estragos en Italia, con el mayor número de muertos. "Nos dimos cuenta que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios. Estamos todos llamados a remar juntos”, dijo el Papa en un rito único que fue transmitido por medios de comunicación.
En la bitácora de Francisco hay registrados 47 viajes fuera de Italia y visitas a 66 países. Fue a todos los continentes, excepto a Oceanía. Su gira más larga fue en septiembre de 2024 a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Nunca regresó a su Argentina natal. Pero estuvo cerca. En enero de 2018, visitó Chile. Ese viaje fue, acaso, el peor de su pontificado. Un conjunto de factores marcó el trago amargo en un país que no era gustoso del Papa. La defensa férrea del pontífice al obispo de la ciudad de Osorno, Juan Barros, cuestionado como supuesto encubridor de los abusos sexuales contra menores, fue la ruina. “No hay una sola prueba en su contra, todo es una calumnia”, dijo el Papa de Barros, quien incluso participó en la misa masiva que Francisco encabezó en Santiago, ante el descrédito de las víctimas.
A los 88 años, Francisco fue internado en el Hospital Gemelli de Roma. Una neumonía bilateral lo dejó sin aliento e internado con pronóstico reservado durante más de 20 días. Fue la cuarta hospitalización y la más larga desde su elección en 2013. Con una enfermedad bronquial crónica de fondo, Bergoglio sufrió en esas semanas una crisis respiratoria asmática prolongada, recibió una transfusión de sangre, padeció una "crisis aislada de broncoespasmo" con "vómitos con inhalación". Y atravesó "dos episodios de insuficiencia respiratoria aguda”. Los problemas de salud nunca le fueron ajenos. En 2021, fue sometido a una cirugía de colon. En 2023, pasó tres días aislado por una bronquitis y otra decena de días en junio para operarse de una hernia abdominal. Tenía sobrepeso y dolores de rodilla, que lo sentenciaron a una silla de ruedas. A los 21 años, le extirparon el lóbulo superior del pulmón derecho. Hacia el final, comenzó a utilizar un audífono y reveló que se operó de cataratas en 2019.
Incluso a la hora de su muerte, Francisco marcó una primera vez en un siglo, al decidir ser sepultado fuera del Vaticano, lejos de las grutas donde descansan los Papas. Ya había marcado un hito al ser elegido, cuando decidió vivir en la Casa de Santa Marta en vez del Palacio Apostólico. Alegó que necesitaba encontrarse con la gente, hablar y sentirse más libre. De igual modo, Bergoglio prefirió ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, su preferida, en Roma, donde acudía a rezar ante la Virgen al regreso de cada viaje. “El Vaticano es la casa de mi último servicio, no de la eternidad”, dijo y dio instrucciones para su funeral, simplificando el rito que es particularmente largo. Otros Papas están enterrados también en Santa María la Mayor, entre ellos Clemente VIII, Paulo V y San Pío V.